Una
Despedida…
Tarde que socavó nuestro adiós.
Tarde acerada y deleitosa y
monstruosa como
un ángel oscuro.
Tarde cuando vivieron nuestros
labios en la desnuda intimidad de los besos.
El tiempo inevitable se desbordaba
sobre el abrazo inútil.
Prodigábamos pasión juntamente, no
para nosotros sino para la soledad
ya inmediata.
Nos rechazó la luz; la noche había
llegado con urgencia.
Fuimos hasta la verja en esa
gravedad de la sombra que ya el lucero alivia.
Tarde que dura vívida como un sueño
entre las otras tardes.
Después yo fui alcanzando y
rebasando
noches y singladuras.
Niciun comentariu:
Trimiteți un comentariu